Según la OMS “Prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información y del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud.”
De la información hablamos en el tip del primer día.
En cuanto al apoyo, ya veis lo importante que es; tanto, que la OMS lo considera imprescindible para que una madre pueda amamantar.
El apoyo de la familia. Empezamos por lo que tenemos más cerca: la pareja (si la hay). A menudo ambas partes de la pareja empiezan la aventura de la lactancia con una idea clara, una decisión tomada de forma conjunta, y la intención de superar los obstáculos juntos.
Pero cuando llegan esos obstáculos es cuando más difícil es mantener el apoyo de la pareja. Una pareja que probablemente te vea sufrir, si has tenido la mala suerte de empezar con un mal agarre que te ha provocado grietas, por ejemplo. El apoyo que necesitarías en ese momento va encaminado a ayudarte a seguir con la lactancia, que era lo que habíais decidido previamente. Ojo, no consiste en animarte a seguir amamantando con la sangre mezclándose con tu leche. No, porque eso no es la lactancia materna. El apoyo consiste en ayudarte a buscar al profesional adecuado para que no llegues a ese punto; o, si ya has llegado a ese horrible escenario, a luchar contigo hasta encontrar al profesional en lactancia materna que encuentre el problema y te ayude a solucionarlo.
Es difícil para la pareja apoyarte también cuando pasas noches sin dormir; sobre todo al principio, cuando tu bebé va a mamar más a menudo incluso noche. Y sólo tú puedes darle el pecho. Tu pareja sentirá que no puede “relevarte” y que por lo tanto no puede ayudarte. Y en ese querer relevarte, muchas veces surge el consejo de darle un biberón por la noche, de forma que tu pareja pueda encargarse mientras tú duermes. Una propuesta hecha desde el amor, pero que va en dirección contraria al buen funcionamiento de vuestra lactancia materna. Esos días en los que casi no has dormido y sientes que no puedes más (ojo, las hormonas del postparto tampoco ayudan), el apoyo no viene en forma de biberón (o sí, si es lo que tú has decidido), sino más bien en forma de vaso agua cuando a las 3 de la mañana te estás muriendo de sed (amamantar da muchísima sed, amigas) pero no llegas a la maldita botella.
En definitiva, la pareja tiene que estar preparada para animarte a seguir y ayudarte a solucionar los problemas; no para animarte a dejarlo. Las madres que deseaban amamantar a sus hijos y abandonan a causa de algún problema mal asesorado (y por lo tanto no solucionado), se sienten después muy frustradas, incluso culpables. Sin embargo, aquellas que tuvieron problemas (y sufrieron, sí, y quisieron abandonar) pero encontraron el apoyo adecuado para solucionarlos y continuar con una lactancia feliz, ésas sienten una satisfacción que supera con creces el
sufrimiento inicial.
En cuanto al resto de la familia: ocurre un poco lo mismo. Es posible que oigas alguna vez durante tu lactancia “dale un biberón y así descansas, total no pasa nada”. Ese consejo está dado desde el amor y el deseo de verte a ti bien, pero también está dado desde la desinformación. Quizá recibes el mismo consejo cuando el bebé no sube correctamente de peso, “dale un biberón porque se queda con hambre”.
Intenta explicar a tu familia antes del nacimiento qué expectativas tenéis con la lactancia materna, y tu deseo de
amamantar. Y, ante los problemas (desde el más simple como el cansancio hasta otros más graves), puntualiza con amor que quizá más que un biberón, lo que necesitas es ayuda para tender la ropa, o un tupper de caldo de la abuela, o alguien que pase a limpiar un poco el polvo para que tú puedas descansar. O ayuda para encontrar un buen profesional en lactancia materna que te ayude a detectar y corregir la razón por la cual tu bebé no sube bien de peso.
Otra cara del posible (no) apoyo familiar viene causada por el hecho de que seguramente tu madre y tu suegra vengan de una etapa en la que se promocionaba expresamente la leche artificial. Los pediatras aconsejaban un destete muy temprano y ante los menores problemas. Ellas, por lo tanto, te aconsejan desde su experiencia. Afortunadamente, tú tienes hoy en día más información, y puedes intentar actualizarlas… o comprarte unos tapones para los oídos si no quieres volverte loca.
La otra pata del apoyo viene del personal sanitario que os atenderá a ti y a tu bebé desde el embarazo. Obviamente todos conocen que la lactancia materna es lo mejor, y en consecuencia te aconsejarán que amamantes. Sin embargo, la lactancia materna no se estudia como materia en las carreras de obstetricia, ni enfermería, ni pediatría. Esto significa que, aunque tu pediatra sepa que lo mejor es la lactancia materna, es probable que ante la aparición de problemas sus consejos no sean los mejores para el buen seguimiento de vuestra lactancia. Y es aquí donde aconsejamos buscar el apoyo siempre de una consultora en lactancia materna (IBCLC). Igual que si te rompes una pierna vas al traumatólogo, o si pierdes vista vas al oftalmólogo.
Y… parece que lo hemos pintado todo muy negro: que nadie te va apoyar, que todo el mundo te va a aconsejar mal, y que tu lactancia se va a ir al traste en la primera visita con el pediatra. ¡No era nuestra intención! Sólo hemos querido ponernos en el peor escenario, por si acaso. Ya que cuando va bien, va muy bien. ¡Y muchísimas veces va bien desde el principio! Pero si va mal, entonces va muy mal y es cuando más falta te hará este post .
Los grupos de apoyo. Un lugar donde encontrarás tanto el apoyo emocional como el profesional necesarios para el éxito de la lactancia. Normalmente gratuitos, consisten en reuniones periódicas de embarazadas, mamás y bebés
(aunque es bienvenida cualquier persona de su entorno: pareja, abuelos…) que junto con la asesora o consultora de lactancia hablan de los temas que les preocupan en cada momento. Comparten experiencias (ya no sólo de lactancia, sino de crianza en general) y solucionan problemas junto con la asesora o la consultora del grupo. Nuestro consejo es empezar a acudir durante el embarazo, y una vez nazca el bebé tomártelo como un grupo postparto tan importante e imprescindible como las visitas del pediatra. Nosotras nos reunimos en Mataró quincenalmente, en el
espacio de Vine’m a Veure. Excepcionalmente, durante la crisis del Coronavirus, estamos realizando el grupo online semanalmente. Estás invitada, ¡pregúntanos!